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Discurso
Embajador MAURO VIEIRA

Temas:
I. COMENTARIOS INICIALES
II. EL MERCOSUR Y LA INTEGRACIÓN SUDAMERICANA EN LA POLÍTICA EXTERIOR BRASILEÑA
III. EL COMBATE A LAS ASIMETRÍAS
IV. EL PARLAMENTO DEL MERCOSUR
V. LA INCORPORACIÓN DE VENEZUELA
VI. CONSIDERACIONES FINALES

 

I. COMENTARIOS INICIALES

Ante todo, permítanme expresar mi satisfacción por regresar a Córdoba, esta ciudad que uno aprende desde temprano a identificar como el corazón de la Argentina. Para la Embajada de Brasil, es fundamental mantener este contacto periódico, siempre que posible, con las fuerzas vivas de la sociedad argentina, sin restringir nuestro ámbito de actuación a la ciudad de Buenos Aires. Para ello hemos contado, desde el 2001, con el apoyo del Consulado General de Brasil en Córdoba, hoy tan bien representado por la Ministro Maria-Thereza Lázaro, aquí presente.

Es un placer, también, poder renovar el contacto de la Embajada con el Instituto Jurídico Modelo, cuyos esfuerzos por la promoción de una verdadera cultura de la integración hemos acompañado desde 2003, cuando auspiciamos conjuntamente el seminario Regionalizar la Integración. Al saludar a los miembros del Instituto en la persona de su Director, el Dr. Diego Caballero, quisiera agradecerles a todos por esta oportunidad que me ofrecen de presentarles la visión del Gobierno de Brasil sobre los rumbos del Mercosur y la integración sudamericana.

II. EL MERCOSUR Y LA INTEGRACIÓN SUDAMERICANA EN LA POLÍTICA EXTERIOR BRASILEÑA

Mercosur e integración sudamericana constituyen, hoy, dos de los principales ejes conductores de la política exterior brasileña. Son dos prioridades absolutas de nuestro accionar externo y dos objetivos estrechamente relacionados, conforme definido por el Presidente Lula ya en su discurso de asunción de mando, el 1º de enero de 2003.

Según la visión brasileña, la integración sudamericana se hará —y se está haciendo— a través de diversas iniciativas conjuntas, en los más distintos ámbitos, con énfasis especial en el de la infraestructura de transportes y de energía. Sin embargo, nunca perdimos de vista que el corazón, el núcleo de cualquier esfuerzo de integración continental es el Mercosur, que reúne el 64% de la población, el 70% de la superficie y el 69% del PBI de Sudamérica. Si a los cuatro miembros fundadores del Mercosur le agregamos Venezuela, en proceso de adhesión, estas cifras suben a 72% de la población, 76% de la superficie y 75% del PBI.

Osea que, para Brasil, la clave de ese proceso de integración sudamericana es el fortalecimiento, la profundización y la expansión del Mercosur, de manera que, por la fuerza de atracción de sus economías, por el dinamismo del intercambio que genera, el bloque vaya atrayendo cada vez más a los países vecinos hacia un sistema integrado de producción y de comercio.

Otra definición política que nunca perdimos de vista es que ese fortalecimiento del Mercosur sólo puede darse por un entendimiento estrecho entre las dos economías más grandes del bloque, Brasil y Argentina. La buena salud del Mercosur depende de buenas relaciones entre Brasil y Argentina, y para lograrlo el Gobierno del Presidente Lula estuvo dispuesto, desde el principio, a analizar con especial atención los anhelos e inquietudes de nuestro principal socio con miras a perfeccionar el funcionamiento del bloque.

III. EL COMBATE A LAS ASIMETRÍAS

Esas inquietudes decían respecto, sobre todo, a las asimetrías entre las dos economías, que se agravaron con la crisis del 2001-2002 en la Argentina. Según la visión del Presidente Kirchner, esas asimetrías —es decir: la diferencia de dimensión entre las dos economías— justificarían la toma de medidas excepcionales, por parte del Gobierno argentino, con miras a reconstruir el sector productivo nacional, comprometido por la crisis del inicio de este siglo.

Esta percepción y esta comprensión han informado todo el proceso negociador entre Brasil y Argentina, del 2003 hacia acá. Con base en ese principio, supimos desarmar conjuntamente las controversias comerciales que surgieron, buscando siempre un entendimiento entre los sectores privados de ambos países en el ámbito de la Comisión Bilateral de Comercio, creada por ocasión de la visita de Estado del Presidente Lula a la Argentina, en octubre del 2003.

Ustedes se acordarán de que, hace cuatro o cinco años, el noticiero comercial estaba dominado por conflictos como el de las heladeras y otros que, sumados, no representaban más que el 5% del comercio bilateral. Y, sin embargo, estaba esa percepción de una “guerra comercial” entre vecinos y socios. Aunque algunos conflictos sigan existiendo, esa percepción, hoy, no existe más, gracias a la buena sintonía entre ambos Gobiernos en lo que se refiere al tema de las asimetrías, hoy plasmada en el acuerdo que establece el Mecanismo de Adaptación Competitiva, firmado en enero del 2006.

El desafío ahora está en encontrar maneras de dispensar a los demás socios del Mercosur un trato más equitativo, basado en el reconocimiento de las asimetrías mucho más importantes que los  separan de las dos economías más grandes del bloque, esto es, de Brasil y Argentina. Estamos avanzando también en ese punto, con medidas tales como la creación de reglas de origen diferenciadas para Paraguay y Uruguay, con miras a fomentar la producción industrial en esos países con base en reglas menos estrictas de las que están vigentes para Brasil y Argentina.

Otro esfuerzo importantísimo en ese sentido fue la creación del Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur, el FOCEM. El FOCEM fue creado en fines del 2004, en la Cumbre de Belo Horizonte, con el objetivo de financiar programas que promuevan la convergencia estructural y desarrollen la competitividad de las economías menores y de las regiones menos favorecidas del Mercosur. Sus recursos provienen de contribuciones de los cuatro socios, en el orden de US$ 125 millones por año, siendo que el 70% de esos fondos provienen de Brasil, el 27% de la Argentina, 2% del Uruguay y 1% del Paraguay. En lo que se refiere a la distribución de esos recursos, el Paraguay deberá recibir el 48% de los fondos y el Uruguay el 32%, mientras que Brasil y Argentina dispondrán, cada uno, del 10% de esos recursos, a aplicarse en las regiones menos favorecidas de esos dos países. El FOCEM está vigente y ya financia proyectos en el Paraguay y el Uruguay, así como el programa Mercosur Libre de la Fiebre Aftosa, de gran importancia para todos nuestros países.

Además del FOCEM y de medidas como las reglas de origen diferenciadas, también iniciamos la elaboración de un “Plan Estratégico” para la efectiva superación de las asimetrías, a cargo de un Grupo de Alto Nivel creado para tratar del tema.

IV. EL PARLAMENTO DEL MERCOSUR

Otro aspecto digno de nota es la creación del Parlamento del Mercosur. El Parlamento fue creado por decisión de los Presidentes en la Cumbre de Montevideo, de diciembre del 2005, y ya se encuentra en funcionamiento desde 7 de mayo pasado, cuando se realizó su sesión inaugural, en Montevideo.

En la visión del Gobierno de Brasil, la instalación del Parlamento del Mercosur contribuye enormemente para reforzar la dimensión político-institucional y ciudadana del proceso de integración, al facilitar el proceso de incorporación de la normativa Mercosur a los ordenamientos jurídicos de los Estados miembros. Es cierto que las competencias de ese organismo no se equiparan a las atribuciones de los Legislativos nacionales. Sin embargo, debe destacarse que el nuevo Parlamento tendrá la misión importantísima de velar por la preservación del orden institucional y de los derechos humanos en la región. Deberá, asimismo, acompañar de cerca el proceso de integración, emitiendo pareceres, recomendaciones e informes sobre las normas en elaboración y sobre las negociaciones internacionales de las que participe el Mercosur.

La instalación del Parlamento del Mercosur es un proceso que se hará en tres etapas distintas. En una primera etapa, que durará hasta fines del 2007, el Parlamento será integrado por representaciones paritarias de cada Estado miembro: son 18 parlamentarios de cada país, designados según criterios determinados por sus respectivos Congresos Nacionales.

En la segunda etapa de transición, los parlamentarios serán elegidos, aún indirectamente, pero según el criterio de representación ciudadana. Este concepto determinará la proporcionalidad de representación entre los Estados y debe ser definido por unanimidad por el Consejo del Mercosur hasta diciembre del año corriente. Esto supondrá una negociación que busque armonizar los intereses de los socios menores con los intereses de los países más populosos.

Finalmente, en el año 2010, las poblaciones de los países miembros del bloque deberán elegir, según ese criterio de representación ciudadana, a los integrantes del Parlamento del Mercosur, mediante voto directo, universal y secreto.

A esta altura, ya fueron realizadas cinco sesiones ordinarias del Parlamento del Mercosur, que está constituido, en esta primera etapa, por 81 congresistas — 9 Diputados y 9 Senadores de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, además de 9 representantes de Venezuela, que, por contar con una Asamblea Nacional unicameral, no nombró a Senadores. Actualmente, está presidido por el Diputado uruguayo Roberto Conde.

Los trabajos del Parlamento, hasta ahora, se concentraron sobre todo en la definición de sus propias reglas de funcionamiento. En ese sentido, en la cuarta sesión ordinaria, realizada en 6 y 7 de agosto, se aprobó el Regimiento Interno del organismo y se discutieron mecanismos para establecer trámites legislativos más rápidos, en los Congresos nacionales, de normas que hayan recibido parecer favorable del Parlamento del Mercosur antes de ser aprobadas por el Consejo del Mercado Común.

V. LA INCORPORACIÓN DE VENEZUELA

Permítanme, ahora, hacerles algunos comentarios sobre uno de los temas de política exterior que han merecido más atención de la opinión pública de nuestros países. Me refiero al proceso de incorporación de Venezuela al Mercosur, iniciado en Caracas, en julio de 2006, con la firma del Protocolo de Adhesión por el Presidente Chávez, por un lado, y los mandatarios de los cuatro miembros originales, por otro. Ese documento establece los procedimientos necesarios a la adhesión plena de Venezuela al bloque, un proceso aún en curso.

La visión del Gobierno del Presidente Lula es de que Venezuela trae un aporte muy significativo al bloque. Si uno se fija en la importancia de la economía venezolana en la región, pero sobre todo en la magnitud de sus reservas energéticas, uno se dará cuenta de que su incorporación trae consigo cambios cualitativos en el perfil del bloque. La adhesión plena de Venezuela abriría toda una gama de nuevas posibilidades al proyecto de integración, sobre todo en el ámbito de la infraestructura energética, que sobrepasen la dimensión puramente comercial del bloque.

Más allá de eso, yo quisiera destacar también la importancia simbólica de la adhesión de Venezuela, que señalaría definitivamente al mundo que el Mercosur no es un acuerdo circunscrito al Cono Sur de nuestro continente, sino un proyecto con potencial de involucrar a toda América del Sur. En ese sentido, el reconocido activismo de Caracas en ese ámbito también constituye un aporte invalorable, que no puede estimarse únicamente con base en cifras como la corriente de comercio entre Venezuela y nuestros países o la dimensión del PBI venezolano.

La incorporación definitiva de Venezuela al Mercosur, sin embargo, aún depende de la aprobación del Congreso Nacional de Brasil al Protocolo de Adhesión firmado entre Caracas y los cuatro socios fundadores del bloque. El proceso legislativo correspondiente está en curso en Brasil, y éste es un trámite que naturalmente lleva su tiempo. Además de ese instrumento, existen otros 190 acuerdos internacionales aún pendientes de aprobación parlamentaria.

Recientemente, el 29 de agosto último, el Canciller brasileño, Embajador Celso Amorim, tuvo la ocasión de renovar una vez más el compromiso del Gobierno del Presidente Lula con la aprobación de dicho instrumento, en audiencia con los miembros de las Comisiones de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional de la Cámara y del Senado de Brasil. En la ocasión, les solicitó a los Diputados y Senadores un esfuerzo adicional para aprobar todos los acuerdos pendientes en dichas comisiones, entre ellos el Protocolo de Adhesión de Venezuela.

Más allá de eso, quisiera recordarles que aún están en curso negociaciones técnicas sobre las condiciones de acceso al mercado venezolano de los productos de los cuatro miembros fundadores del Mercosur. El Gobierno brasileño entiende, y se lo ha transmitido al Gobierno venezolano, que esas condiciones, naturalmente, deben tener como punto de partida el Acuerdo de Complementación Económica firmado entre el Mercosur, por un lado, y Colombia, Ecuador y Venezuela, por otro, firmado en diciembre del 2003. Osea, que los cronogramas de liberalización comercial acordados deben traer mejoras sustantivas a lo que ya fue acordado en el ACE-59.

Paralelamente al proceso político de aprobación del Protocolo de Adhesión en Brasil, el ejercicio negociador a nivel técnico sigue su curso natural. A propósito, tendremos próximamente, el 21 de septiembre, en Brasilia, una reunión bilateral entre delegaciones de Brasil y Venezuela para seguir en las negociaciones sobre las condiciones de acceso.

VI. CONSIDERACIONES FINALES

Creo que, con esto, pude repasar, aunque brevemente, la visión brasileña sobre los principales temas de la agenda del Mercosur. Quería, sin embargo, en estos minutos finales, hace un breve balance de lo mucho que hemos logrado en estos últimos cuatro años, gracias al impulso que los Gobiernos de los Presidentes Lula y Kirchner le dieron al Mercosur.

En el 2003, cuando ambos Presidentes iniciaron sus mandatos, el Mercosur vivía un momento de enorme pesimismo. Los flujos comerciales, que habían llegado a su máximo nivel histórico en el año 1998, se redujeron considerablemente con la crisis económica que afectó a todos los países de la región en fines del siglo pasado. Más allá de eso, la discrepancia entre los regímenes macroeconómicos vigentes en Brasil e Argentina —acá aún se vivía la convertibilidad, mientras que Brasil había adoptado el cambio flotante— generaba un elemento adicional de tensión, al tornar las exportaciones argentinas cada vez más caras en el mercado brasileño, mientras que acá se vivía el temor a una “invasión” de productos brasileños, mucho más baratos por la depreciación del real.

Valgan como ilustración de ello algunos datos comerciales. Después de haber alcanzado la cifra record de US$ 14.771 millones en 1998, el volumen de comercio global entre Brasil y Argentina fue reduciéndose hasta llegar casi a la mitad en 2002, en el peor momento de la crisis argentina, cuando el intercambio bilateral fue de escasos 7.090 millones. De 2003 en adelante, sin embargo, las exportaciones de un país al otro fueron incrementándose sustancialmente, hasta establecerse un nuevo record en 2005 de US$ 16.171 millones de comercio bilateral. Esa cifra aumentó en 2006 para 19.793 millones, y todo indica que superará ampliamente los 20.000 millones en 2007.

En lo que se refiere únicamente a las exportaciones argentinas hacia Brasil, en 2006 se rompió el record histórico de 1998, con US$ 8.053 millones. De mantenerse el ritmo verificado entre enero y agosto, las exportaciones argentinas deben superar los US$ 9.574 millones en el 2007.

Números tan o más impresionantes se verifican cuando se analiza el comercio de Brasil con sus demás vecinos sudamericanos. Las exportaciones brasileñas hacia Sudamérica casi triplicaron entre 2003 y 2006, impulsadas, en gran medida, por productos de elevado valor agregado. Paralelamente, un esfuerzo inédito y deliberado de substitución de importaciones conducido por la Cancillería brasileña aumentó sustancialmente la presencia de productos sudamericanos en la pauta de importaciones brasileña, permitiéndonos comprar en el vecindario lo que antes traíamos de regiones más lejanas del globo.

En el ámbito de la infraestructura también se han registrado avanzos notables: entre 2003 y 2007, el Gobierno brasileño aprobó más de US$ 6.000 millones en financiamiento de exportaciones de productos y servicios destinados a proyectos de infraestructura en los países sudamericanos en las áreas de transporte, energía, tratamiento de aguas y telecomunicaciones. Sólo para proyectos en la Argentina fueron más de US$ 2.000 millones, sobre todo para la ampliación de los gasoductos General San Martín y Neuba II, en el 2004, del Gasoducto del Norte, en el 2005, y de gasoductos troncales de la Transportadora de Gas del Norte y de la Transportadora de Gas del Sur, en el 2006, y de gasoductos paralelos al TGS y al TGN en el 2007.

El Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil, el BNDES, ya tiene decidido, asimismo, financiar obras de acueductos en Santa Fe, la exportación de siete aeronaves de Embraer a las Líneas Aéreas del Estado (LADE) y la construcción de sistema de tratamiento de aguas en la municipalidad bonaerense de Tigre.

En el total, son más de US$ 2.672 millones aplicados o aprobados por el BNDES para el financiamiento de proyectos de infraestructura en la Argentina.

***

Para encerrar esta exposición, quisiera expresar la convicción del Gobierno brasileño de que, hoy, el desarrollo nacional depende íntimamente del crecimiento de nuestros vecinos. No concebimos la prosperidad de Brasil sin que esté relacionada con en el bienestar de los demás países de la región. En ese contexto, la integración sudamericana y, sobre todo, en el ámbito del Mercosur constituye una alternativa consciente para enfrentar los desafíos impuestos por la globalización y, al mismo tiempo, aprovechar las oportunidades que ella nos ofrece.
 
Durante siglos, las circunstancias históricas mantuvieron a nuestras naciones relativamente alejadas entre sí. Hoy, si pretendemos desempeñar un papel relevante entre las naciones y si deseamos establecer condiciones para el pleno desarrollo de nuestros pueblos, debemos comprometernos integralmente con la construcción de un futuro compartido.

Muchísimas gracias.













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